Para devoción, oración y meditación
¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.
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Les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que se ofrezcan juntamente conmigo en sus oraciones a Dios por mí.
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Busquen lo bueno y no lo malo, para que vivan; y así sea con ustedes el Señor, Dios de los ejércitos, tal como han dicho.
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Ojos altivos y corazón arrogante, lámpara de los impíos; eso es pecado.
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La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor incorruptible.
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